Revolución #243, 21 de agosto de 2011


Un agosto ardiente en Londres
Revuelta juvenil sacude a Inglaterra

Por cuatro días con sus noches a partir del sábado 8 de agosto, una enorme ola de descontento recorrió a Londres y otras ciudades británicas, estremeciendo hasta sus cimientos a este país imperialista. Este año ya ha presenciado levantamientos de masas y agitaciones a nivel de sociedades enteras en todo el mundo: en Egipto, a través del Medio Oriente y el norte de África, España, Grecia, Chile y otras partes. Ahora, fugaces imágenes cruzan todo el globo en que miles de jóvenes y otros se toman las calles británicas, estallando con una furia contra una sociedad que ya no les ofrece ningún futuro excepto la privación, brutalidad y desesperanza.

La provocó un vil asesinato policial de un hombre joven negro en Tottenham del norte londinense. Los habitantes de este distrito son en su mayoría blancos, con una cantidad importante de personas de origen caribeño y africano así como inmigrantes del sur de Asia. Es una de las zonas más pobres de Londres. De acuerdo a informes noticiosos, una unidad especial de la policía, fuertemente armado, le disparó a Mark Duggan, 29, quien tenía cuatro hijos y vivía en el Broadwater Farm Estate, un complejo grande de vivienda pública. El Evening Standard, el principal periódico matutino de Londres, citó a un testigo que vio un enjambre de policías sacando a la fuerza a Duggan y a otro hombre del taxi en el que viajaban. Dijo: “Unos tres o cuatro oficiales de la policía tenían a los dos hombres inmovilizados en el suelo a punta de revólver. Éstas eran armas muy grandes y después escuché cuatro largos disparos. La policía le disparó a [Duggan] en el suelo”. Lo mataron con una bala en el pecho.

Semone Wilson, la novia de Duggan, dijo: “Le hablé a él alrededor de las 5 p.m. y él me preguntó si yo podría preparar la cena. Me dijo que divisó un carro de la policía que lo estaba siguiendo. Para las 6:15 ya le habían disparado. Seguí llamándolo y llamándolo para saber dónde estaba. Él no me respondía. Salí corriendo a donde esto sucedió. Me dejaron cruzar los cordones de la policía pero no me dejaron ver su cuerpo”.

Al comienzo, los policías alegaron que Duggan les había disparado y que le dispararon en defensa propia. Dijeron que la única razón por la que uno de los oficiales no estaba muerto era porque la bala le dio al radio de la policía. Pronto se supo que la bala que le dio al radio venía de una de las armas de la policía. El policía que le disparó a Mark Duggan dijo que nunca había afirmado que Duggan disparó un arma. Toda la versión de la policía quedó al desnudo como una mentira para justificar el asesinato a sangre fría.

Lo que más exacerbó la furia de la gente fue la manera en que los oficiales trataron a un grupo de personas que protestaba, incluyendo a familiares de Mark Duggan, que marchaban a la delegación de policía después del asesinato para exigir que la policía dijera la verdad de lo sucedido. La policía se rehusó a hablar seriamente con los manifestantes. Y cuando una joven de 16 años se acercó a los policías para hacerles preguntas, fue “agredida con las porras”, de acuerdo a un testigo entrevistado por la BBC.

Esa noche, Tottenham se puso de cabeza, con barricadas y batallas campales en las calles entre los jóvenes y policías. Al día siguiente, irrumpieron llamas en muchos lugares dentro y alrededor de la capital británica: Hackney, Enfield y otros distritos al norte de Londres; Brixton y otras zonas en el sur; la calle Oxford del centro, el principal distrito comercial; y en las zonas suburbanas más allá. Para el lunes y martes, los disturbios se habían extendido a las principales ciudades de Inglaterra, como Birmingham y Gloucester en el centro del país, Manchester, Salford, Liverpool y Nottingham más al norte y Bristol en el suroccidente.

Los gobernantes británicos inundaron a Londres con 16.000 policías, según los informes la presencia policial más grande en la historia de la ciudad. La policía ha continuado persiguiendo a las personas tras los días de los disturbios y para el 12 de agosto se informaba que al menos unas 1.900 personas han sido arrestadas hasta ahora en Londres y otras ciudades. La policía ha estado usando fotografías y videos y posiblemente Twitter y otros registros de redes sociales para identificar y arrestar a personas.

¿Quiénes son los más grandes criminales?

Desde las primeras horas de la revuelta de masas y constantemente desde ese entonces, los políticos y medios informativos británicos, del derechista Partido Conservador del actual primer ministro David Cameron y los periódicos reaccionarios amarillistas de Rupert Murdoch, al ala liberal de la burguesía británica representada por el Partido Laborista y la BBC, han estado condenando vilmente a los jóvenes por “delincuentes” empecinados en cometer “violencia sin sentido”. Han declarado fuera de lugar toda idea de que la revuelta tenga que ver con el asesinato de Mark Duggan y la situación general de pobreza, racismo y brutalidad policial.

Un informe del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar dijo: “Primero, considere la hipocresía de los voceros mediáticos y políticos de este sistema que han armado un frenesí de ira contra los jóvenes de los barrios pobres que se robaban tenis, celulares y otras cosas pequeñas. Esta clase dominante erigió su sistema sobre la trata de esclavos, reforzó un imperio colonial al costo de decenas de millones de vidas y hoy obtiene cientos de miles de millones de un imperio que se extiende alrededor del globo y se refuerza a punta de balas en Afganistán y en Irak. Estos hipócritas imperialistas de primera no tienen derecho a condenar a nadie por ‘saquear y robar’” (“London’s burning—the revolt of the youth”, 9 de agosto de 2011, que se puede conseguir en inglés en revcom.us).

En el programa Newsnight de la BBC del 9 de agosto, el rapero iraní-británico Reveal dijo: “La recomendación de primera hora para compras en la bolsa de valores fue sacar ventaja del temor de la población, sacar partido de los bajos precios. Fíjese en sus ‘modelos’ [para la juventud]. Ven a su gobierno invadiendo por todo el mundo y llevándose lo que les pega la real gana”.

“Querían luchar contra la policía”

Se informa que durante cuatro días muchas tiendas pequeñas y familiares resultaron incendiadas o blanco de robo. Según el Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar: “Las masas que están participando directa o indirectamente en esta revuelta están llenas de contradicciones como resultado de ser parte de una sociedad capitalista, pero que están en los sectores más oprimidos. En un multifamiliar en el centro de los combates callejeros en Hackney, una madre afro-caribeña lamentó que la juventud se estaba alejando de la causa original de justicia para Mark Duggan y estaba especialmente molesta por los saqueos de las tiendas de la localidad, pero cuando su hijo y sus compañeros aparecieron con una bolsa de ropa nueva, ella estaba encantada….”

Pero obviamente, en este torbellino de contradicciones, entre los jóvenes en las calles y en sectores más amplios en los habitantes de estas comunidades, se palpaba fuertemente que existía una oportunidad de contraatacar a las fuerzas armadas del estado que de costumbre les inflingen brutalidades y humillaciones. Por la televisión británica, a un joven le preguntaron si creía que amotinarse era la manera indicada de expresar el descontento. Respondió: “Sí. ¿Usted no me estaría hablando a mí ahora si yo no me hubiera amotinado, o sí?” Agregó: “Hace dos meses marchamos a Scotland Yard [la sede de la Policía Metropolitana de Londres], más de 2.000 de nosotros, puros negros, una marcha pacífica y tranquila y ¿usted sabe qué pasó? Ninguna palabra en la prensa. Anoche unos cuantos disturbios y saqueo y fíjese ahora a su alrededor”.

Salió un artículo el 9 de agosto en el periódico Guardian sobre la escena en el multifamiliar Pembury Estate de Hackney, cuyo título en parte decía: “No existía ninguna duda sobre su objetivo: querían combatir con la policía”. Según el artículo, durante varias horas las multitudes de personas “establecieron la ley”: “Jóvenes enmascarados —tanto hombres como mujeres— ayudaron a cargar escombros, botes, palos y motocicletas, atravesándolos en las calles para formar una frontera de llamas alrededor del multifamiliar.... Un hombre con una bandera jamaiquina sobre la cara pintarrajeaba en rojo en la entrada a un edificio: ‘Al carajo la policía’. ‘Vénganse y arréstennos’, gritó otro, mientras lanzaba una botella contra los policías antimotín reunidos a una distancia”.

La muerte de Mark Duggan fue la mecha que prendió el fuego, pero ya estaba profunda y ardiente la ira contra la policía. En Inglaterra los negros tiene siete veces más probabilidades de ser objeto de que los policías los paren y registren, en comparación con los blancos. (Esta cifra le hace eco a la infame política de la policía de Nueva York, la que para y registra a un promedio de 2.000 personas al día, y nueve de cada diez son negros o latinos.) En el programa de entrevistas Newsnight de la BBC, un estudiante negro respondí así a una pregunta sobre el motivo del enojo de los jóvenes: “Están enojados por las leyes de Asociación Delictuosa, bajo las cuales se permiten la criminalización de grupos de personas, hasta personas inocentes que conocen a criminales. Si uno vive en una zona pobre, si alguna vez uno ha vivido en una zona pobre, sabe que es casi imposible no conocer a un criminal. Y por eso uno ha de resultar criminalizado a una edad temprana, dichas leyes de asociación delictuosa lo van a mandar a la cárcel. Al salir, uno no tendrá posibilidades de conseguir empleo...”.

Y la gente ha sido testigo de las repetidas mentiras de la policía acerca de sus crímenes, tal como hicieron cuando asesinó a Mark Duggan. En 2005, cuando balacearon a Jean Charles de Menezes, un hombre joven brasileño, seis veces en la nuca tras los bombardeos contra el sistema de transporte público de Londres, la policía dijo que él se comportaba como un “terrorista”, pero en los hechos no hizo nada fuera de lo normal. En 2008, cuando la policía mató a porrazos a Ian Tomlinson, un vendedor de periódicos, durante las protestas contra el G8, les echó la culpa a los manifestantes, pero en los hechos, un sargento de la policía lo mató. En abril del presente, cuando la policía allanó la casa de Smiley Culture, un músico de reggae de 48 años de edad y éste murió de una lesión de cuchillo en el pecho durante la redada policial contra su casa, la policía dijo que él se acuchilló a sí mismo, siendo eso una versión sumamente sospechosa que ha provocado furiosas protestas.

El actual escándalo en torno al imperio mediático de Murdoch ha desintegrado aún más la legitimidad de la policía a los ojos del pueblo. Dos altos oficiales de la Policía Metropolitana de Londres tenían que dimitir cuando salió a la luz que habían aceptado “regalos” grandes de Murdoch y que los periódicos amarillistas de Murdoch les habían dado miles de dólares de sobornos a los policías a fin de obtener datos con que interceptar las llamadas telefónicas de víctimas de crímenes y de celebridades.

Los mortíferos recortes

Otro factor que prendió la ira que irrumpió en las calles de Inglaterra es el actual programa oficial de “austeridad” despiadada. Al igual que Estados Unidos y otros gobiernos capitalistas alrededor del mundo, un elemento clave del modo en que los gobernantes británicos están respondiendo a la crisis financiera general del sistema capitalista es recortando drásticamente los programas gubernamentales de salud, educación, vivienda, etc., los que ya han recortado repetidas veces durante la recesión de los últimos años.

Estos recortes están afectando muy duramente a la gente ya atrapada en la pobreza sin salida. El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar señala: “El desempleo a nivel nacional casi ha subido al doble en tres años y es muy alto en lugares como Tottenham: para cada trabajo en el distrito, hay 54 jóvenes que necesitan trabajo, la tasa de desempleo para los jóvenes negros es de más del 50%. Un estudio informa que de hecho Tottenham es una de las regiones de Inglaterra menos afectadas por los recortes gubernamentales, ¡porque ya no había casi nada para recortar!

Todo eso ha suscitado mayor frustración y furia, no sólo de parte de los “permanentemente desempleados” y los demás de abajo sino también de parte de los pobres que trabajan, estudiantes y otros. El año pasado, los estudiantes británicos que protestaban porque se había triplicado la matricula de las universidades, chocaron con la policía. Entre las personas que comparecieron en la corte de Londres por ser arrestadas en los recientes sucesos estaban “un diseñador gráfico, un empleado del correos, un asistente de dentista, un ayudante de enseñanza, un operador de levantacargas y un trabajador con jóvenes” (New York Times, 11 de agosto de 2011). Un hombre joven de Hackney dijo: “Esos no eran los vándalos típicos. Eran gentes trabajadoras, gentes enfadadas. Las autoridades han aumentado los precios y recortado los beneficios para niños. Todos simplemente lo aprovecharon como oportunidad de ventilar su descontento” (Reuters, 10 de agosto de 2011).

En medio de todas estas complejidades y contradicciones, algo importante que destaparon los cuatro días de revuelta juvenil fue el potencial de las masas populares de no sólo sacudir al odiado orden existente sino de transformar radicalmente la sociedad… CUANDO cuenten con una dirección que se base en los máximos intereses de la humanidad y que cuente con una estrategia seria para la revolución.

Más represión desde arriba... furia a fuego lento desde abajo

El 10 de agosto, el primer ministro británico Cameron declaró que “no se descartará ninguna opción” en la persecución de las personas supuestamente involucradas en los disturbios y en la represión de futuras revueltas. Rechazó “las falsas preocupaciones por los derechos humanos” en respuesta al uso de la vigilancia de alta tecnología y medidas del orden público, e indicó la posibilidad de que la policía usara lanzaaguas por primera vez en Inglaterra. Su referencia a “las falsas preocupaciones por los derechos humanos” no es sino una justificación anticipada para desatar represión extrema contra las personas involucradas en la revuelta y contra comunidades enteras de oprimidos. Cameron ya ha amenazado con desalojar de viviendas con subvenciones oficiales a todos los acusados de actividades ilegales en la rebelión, y a sus familias. Cuando se le preguntó si eso quería decir que dejar a algunas personas sin techo, Cameron dijo: “Deberían de haber pensado en eso antes de empezar a saquear”. Unos políticos y medios de comunicación pidieron el fortalecimiento de los organismos del orden público o que hasta se considerara el uso del ejército para reprimir futuros disturbios, dado que están por venir fuertes recortes adicionales de servicios sociales y otros ataques contra el pueblo.

Las ideas racistas, poco veladas y a veces muy abiertas, de parte de altos funcionarios y de los medios informativos han envalentonado más a los grupos fascistas ultra-nacionalistas como la Liga de Defensa de Inglaterra o el Partido Nacional Británico. Turbas racistas, incluyendo a miembros de esos grupos, han marchado abiertamente y amenazado con “matar a negros” y “exterminar” a inmigrantes.

Pero mientras los bravucones gobernantes británicos contraatacan, también es claro que se han quedado a la defensiva en un grado importante. El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar escribió que los jóvenes eran “mucho más fluidos y rápidos que incluso las fuerzas móviles de la policía”. Agrega: “Eso ha conmocionado a ‘las cabezas parlantes’ del establecimiento, las cuales se han esforzado para explicarlo. Rehuyen a la idea de que existen amplios sectores de los jóvenes, millones de ellos, que se sienten excluidos de la sociedad y no tienen ninguna lealtad para con sus normas y reglas y anhelan la oportunidad que están teniendo hoy”. Lo que tuvo lugar en las calles de Inglaterra fue una revuelta contra el odiado orden establecido. El estado opresivo que refuerza dicho orden cada vez más está perdiendo su legitimidad a los ojos de millones de personas, entre ellas las de abajo y de otras capas amplias de toda la sociedad.

Por ahora, el gobierno ha recuperado el control de las calles, pero los cuatro días ardientes de agosto han dejado una fuerte impresión en muchas personas de que las cosas sí pueden cambiar. Un hombre de 23 años de edad dijo unos días después: “Me encantó Hackney durante el motín. Me encantó cada minuto. Lo maravilloso fue ver a la gente unirse para dejar claro a las autoridades que no simplemente pueden salir acá con su intimidación”.

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